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"Parte de la curación está en la voluntad de sanar" Séneca

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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Esófago de Barret. Paula Quintanilla.

Lilián S, Alejandra S, Rudaz R, Borba MV. Esófago de Barret. Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina. 2005; 142: 16-23.

El Esófago de Barret es la transformación metaplásica del epitelio esofágico. El Reflujo Gastro-Esofágico (RGE) es el paso del contenido del estómago al esófago; y provoca un proceso inflamatorio de la mucosa esofágica, llamada Esofagitis por Reflujo. Esta última, predispone a complicaciones o secuelas crónicas como úlceras, estenosis o displasia, las que son generalmente irreversibles y que en algún caso, como sucede en el Esófago de Barret, son lesiones con mayor riesgo de cáncer. Y debido a esto la importancia clínica que tiene esta enfermedad.

ETIOLOGÍA

Inicialmente se postuló un origen congénito, pero actualmente se acepta el Esófago de Barret como una condición adquirida, en la que una lesión intensa y sostenida sobre el epitelio del esófago debido al reflujo, provocando un cambio en el epitelio más resistente al ácido. La constante exposición al ácido que presentan los pacientes que padecen reflujo puede relacionarse con presiones del esfínter esofágico inferior más bajas y peristalsis esofágica menos activa.

EPIDEMIOLOGÍA

 El Esófago de Barret se presenta en hasta 10% de los pacientes con RGE crónico y éste se presenta con una frecuencia estimada de entre 20 y 40% de la población. Esta enfermedad es más frecuente en el sexo masculino y en caucádicos, y la edad media al diagnóstico es de 60 años aproximadamente.
En la displasia severa, la prevalencia de cáncer oculto es de 43%.

DIAGNÓSTICO

Presentación Clínica. La presencia del Esófago de Barret no provoca síntomas por sí mismo. Más bien, los síntomas son una consecuencia de la ERGE o sus complicaciones. La mayoría de los pacientes tienen antecedentes prolongados de síntomas de RGE como pirosis y regurgitación.
Otros pacientes, aproximadamente la tercera parte, se presentan oligo ó asintomáticos lo que sugiere una disminución de la sensibilidad al reflujo ácido por parte del epitelio de Barret. De hecho, más del 90% de los pacientes con esta afectación no buscan atención médica y el trastorno pasa inadvertido hasta que el proceso se complica por el desarrollo de cáncer, debutando con disfagia (por formación de estenosis) o con hemorragia digestiva (por ulceraciones profundas de la mucosa lesionada).

Fibroendoscopía Digestiva Alta con toma de Biopsia. La endoscopia con biopsias dirigidas constituye el patrón oro para el diagnóstico. Sin embargo, debido a la gran cantidad de pacientes con RGE y la baja frecuencia de esta enfermedad, no parece costo-efectivo el realizar endoscopia a todos ellos. Se ha sugerido que los siguientes pacientes con RGE deben ser sometidos a una endoscopia (como la que se muestra en la siguiente video).


TRATAMIENTO

El principal tratamiento consiste en la profilaxis es decir, evitar que se produzca tratando adecuadamente la ERGE y; el segundo, una vez establecido el EB, intentar su regresión para que no evolucione hacia malignidad o al menos, tratar de detener su progresión. 

La profilaxis del EB, que supondría un diagnóstico precoz y un tratamiento eficaz de la ERGE, al menos en teoría, podría reducir su incidencia de manera importante y, por lo tanto, su progresión a Adenocarcinoma.

La esofagitis por reflujo es el primer eslabón en la progresión de la enfermedad hacia el Esófago de Barret. Esta progresión sólo puede evitarse haciendo que el material refluido pierda su agresividad o que no se produzca el reflujo. Lo primero se consigue con tratamiento médico y lo segundo, con medidas quirúrgicas.
    
El tratamiento médico incluye una serie de medidas higieno-dietéticas comunes a todos los pacientes y el empleo de una medicación que ha mostrado ser muy eficaz. La utilización de uno u otro medicamento o su combinación (procinéticos, antiácidos, protectores, antiH2 ó inhibidores de la bomba de protones), así como su dosificación, dependerá del grado de esofagitis y de las circunstancias de cada caso individual. Lo que deben recordar, tanto el médico como el paciente, es que abandonado el tratamiento, es frecuente la recidiva, por lo que debe recordarse que el tratamiento conservador debe llevarse de por vida.
     
En teoría, la cirugía antirreflujo, si consigue evitarlo sería el mejor método de tratamiento de la esofagitis y de profilaxis de esta enfermedad. Sin embargo, la cirugía sólo se reserva para los pocos casos en los que fracasa el tratamiento médico o en circunstancias individuales especiales.

PRONÓSTICO Y COMPLICACIONES

El Esófago de Barret es claramente una lesión premaligna; en el cual la progresión neoplásica es escalonada y puede reconocerse morfológicamente en la secuencia metaplasia-displasia-cáncer.
    
La complicación más grave de esta enfermedad es el Adenocarcinoma Esofágico, que tiene una frecuencia anual de aproximadamente 0,5 a 1%, representando un riesgo de entre 30 y 125 veces mayor que en la población sin EB.
     
La detección de displasia en el epitelio columnar intestinal constituye el único marcador de mayor riesgo de malignización en pacientes con EB; y esta no es reconocible endoscópicamente, por lo que es necesario realizar biopsias sistemáticas de la mucosa metaplásica. El uso de marcadores biológicos de proliferación celular y la detección de alteraciones en oncogenes y genes supresores de tumor en áreas de mucosa metaplásica, constituyen herramientas de detección precoz que deberán mostrar su utilidad en el futuro cercano.
    
Lamentablemente, la terapéutica farmacológica y la cirugía sólo consiguen la regresión del Esófago de Barret en un porcentaje mínimo de pacientes, que oscila alrededor del 3%; y en cuanto a frenar la progresión de la metaplasia a displasia y a Adenocarcinoma, los estudios muestran resultados contradictorios.

Por otra parte, el tratamiento médico, administrado por largo tiempo y a las altas dosis requeridas, pueden desencadenar efectos adversos importantes; y la cirugía se acompaña de una significativa morbi-motalidad y más aún en estos pacientes que suelen ser de edad avanzada y en los que, con frecuencia, coexisten otras alteraciones patológicas que contraindican la intervención quirúrgica.
         
Es claro entonces, que el pronóstico de los pacientes es bastante sombrío, y que no lo cambiaremos si no modificamos nuestra estrategia en la vigilancia de los pacientes con EB, intentando el reconocimiento precoz de los cambios neoplásicos para poder ofrecer a los pacientes un tratamiento eficaz



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